martes, 15 de abril de 2014


Seguro que alguna vez, al intentar cantar la letra de una canción que creía olvidada, se ha llevado la grata sorpresa de que las palabras iban saliendo casi solas, una detrás de otra, con menos esfuerzo del que suponía y finalmente consiguió recordarla prácticamente entera. Bueno, pues algo de eso hay.

Esa facilidad para recordar se conoce como “efecto de la producción” sobre la memoria y ocurre cuando tratamos de reproducir palabras o sonidos en los que ha intervenido el sistema motor del cerebro,

Los investigadores de Montreal reclutaron a 20 expertos pianistas de Lyon, Francia, y les pidieron que aprendieran unas melodías sencillas. Algunas tenían que memorizarlas de forma pasiva, oyéndolas simplemente, mientras que otras las aprendieron a la vez que las interpretaban al piano, involucrando al sistema motor del cerebro, que planificaba y ejecutaba los movimientos de los dedos sobre el teclado y formaba memorias motoras.

Después todos los pianistas escucharon las melodías que habían aprendido. Pero algunas no eran exactamente igual, porque los investigadores habían cambiado alguna nota. Y mientras los voluntarios oían las canciones intentado reconocerlas, los investigadores captaban las eléctricas de su cerebro utilizando la electroencefalografía.

Y lo que vieron fue que en las melodías que habían aprendido de forma activa, es decir, interpretándolas en el piano, los participantes reconocían con más facilidad los cambios de tono que en aquellas otras que solo las habían escuchado.


Con estos estudios realizados las personas podrían conseguir memorizar gran información de manera facíl, sencilla y cómoda con una simple canción. ¿Quien no ha aprendido algo cuando era pequeño con una canción?


Esteban Ruso Santos

1 comentarios:

  1. Coincido totalmente contigo. Desde mi humilde experiencia personal tocando el violín, reafirmo que ese "efecto de producción" es clave para poder memorizar largas obras en poco tiempo. Además, conozco una amiga mía que utiliza esa técnica para memorizar no solo ya obras musicales, sino incluso textos o incluso la propia tabla periódica: relaciona un número de valencia con una nota musical, y de ahí en adelante construye una melodía con las valencias de cada elemento. Posteriormente, al aprenderse la melodía, descifra los números realizando el proceso inverso.
    Es increíble como un órgano como el cerebro pueda llevar a cabo tareas tan complejas como esta. Es quizá su propia naturaleza biológica, que, en contraposición al frío y rígido mecanicismo de los sistemas artificiales (como los ordenadores), la que aporte unas propiedades tan dinámicas como la plasticidad neuronal o la sinestesia, permitiendo al hombre evolucionar hasta donde hemos llegado.

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