domingo, 15 de diciembre de 2013

Pilar Cebrián desapareció en abril de 2012 en Ricla, una localidad zaragozana. Su marido, Antonio Losilla, tardó casi un mes en denunciarlo, demasiado tiempo para un esposo preocupado, por lo que la policía comenzó la investigación intuyendo un posible homicidio. El asunto parecía resuelto cuando unos agricultores encontraron una cabeza y un brazo semienterrados en los alrededores de un pueblo vecino que coincidían en apariencia con Cebrián. El juez ordenó el ingreso de Losilla en prisión, pero las pruebas forenses demostraron que se trataba de otra víctima. La búsqueda de Pilar permitió encontrar el cadáver de otra mujer, por cuyo asesinato está acusado su novio. Aun así, el juez decidió mantener a Losilla en la cárcel. El caso se complicaba.

El doctor José Ramón Valdizán, anterior jefe del servicio de neurofisiología del hospital zaragozano Miguel Servet, seguía con atención los avances del caso y pensó que podía hacer algo más. Desde hacía meses le rondaba la idea de aplicar al campo policial la máquina capaz de rastrear el cerebro que él utilizó cada día durante dos décadas para tratar casos de autismo o de déficit de atención en niños. “Hay una señora desaparecida y yo puedo tener una herramienta con la que ayudar a encontrarla”, se dijo. La única vez que se ha usado en un juicio sirvió para sacar de prisión a un falso culpable de homicidio en EEUU. Tras varios meses, en los que el doctor Valdizán estuvo comentando su idea con la doctora Cristina Andreu, psicóloga forense del Instituto de Medicina Legal de Aragón, consuguió antes de verano el primer encuentro en una sala de los juzgados de Zaragoza, donde, expuso que el cerebro es un gran almacén de información y con esta técnica se puede descubrir si Losilla almacena en el suyo los detalles del supuesto crimen de su mujer. 

El próximo miércoles, Antonio Losilla se sentará en una estrecha habitación del centro hospitalario. Le colocarán un casco del que salen una decena de cables conectados tanto a la máquina como a una pantalla en la que aparecerán las ondas. Durante diez minutos, una sucesión de preguntas aparecerá en una pantalla que se situará frente a Losilla. Serán cuestiones sobre el crimen que solo el autor debería conocer. La policía insiste en que no es una “máquina de la verdad”, sino una herramienta más para avanzar en las pesquisas.

                                                            El doctor José Ramón Valdizán

La pregunta que me hago después de leer este articulo es si esta maquina da respuestas verdaderas, quiero decir, según el estudio, segundos después de formular la pregunta, si el individuo recuerda el hecho por el que se le pregunta se produce una onda mas alta que si se le interroga por algo novedoso, pero pienso que el cerebro del ser humano es demasiado complejo para saber lo que una persona sabe o no con una simple maquina. Sin embargo hicieron una prueba con dos agentes de la policía, quienes fueron interrogados: uno de ellos sabía todos los datos sobre el caso y el otro no sabía nada sobre este. Las ondas demostraban que el primero estaba al tanto de todo y que el segundo estaba al margen.

Si es verdad que esta maquina consigue sacar la verdad sobre casos importantes, pienso que es un gran avance para la sociedad y en un futuro criminales, políticos corruptos, mafiosos y mas, estarán en la cárcel por mentir, robar... y no podrán hacer nada, porque aunque ellos mientan, sus cerebros dicen la verdad.

Maria Elena Vázquez.

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