Sin duda alguna, esta transacción tendrá repercusiones económicas a empresas a nivel internacional, pero ¿cómo afecta esto al usuario de a pie? Una inquietud asaltó mi cabeza nada más oír la noticia: la privacidad. Una gran cantidad de números de teléfono irán a parar a las bases de datos de una empresa que no destaca por una rigurosa protección de datos, más que nada porque uno de los pilares sobre los que se sustenta Facebook es la publicidad dirigida, para la cual necesitan datos personales de todo tipo. Esto y los problemas de seguridad de Whatsapp son para mí razones suficientes para plantearme utilizar otras alternativas de mensajería gratuita.
Pero quizá esta decisión mía venga demasiado tarde. Ya no sirve desinstalar Whatsapp, si tienen tu número de teléfono. Ya no sirve cerrar tu cuenta de Facebook si antes tuviste una. Cierto es que tus mensajes viajarán por otra vía –ya veremos hasta dónde exprimirán la información obtenida-, pero ya hay cientos de datos nuestros ‘por ahí’, sin que seamos conscientes de ello. Y esto enlaza con uno de los grandes problemas del desarrollo de Internet: los datos pueden ser almacenados por cualquiera; que importa si has eliminado el contenido, seguramente alguna persona lo haya descargado, y no digamos ya los sistemas de análisis de Google, por ejemplo. ¿Alguien dijo ‘derecho al olvido’? Si subes algo, jamás desaparecerá.
Riu Rodríguez Sakamoto 2ºA
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