sábado, 10 de mayo de 2014

Cuarenta y tres minutos es el tiempo que transcurrió desde que a Clayton Lockett se le inyectase el primer fármaco de los tres que componen el protocolo para acabar con la vida de alguien mediante la inyección letal.

Bienvenidos a Ocklahoma, EEUU, o lo que es lo mismo: China, Irán, Irak, o Arabia Saudí; los cinco estados que más aplican la pena de muerte. Los cinco estados asesinos.




Más público, más en secreto; más avanzado, o con menos criterio. El "ojo por ojo, diente por diente" a día de hoy, en tiempos de progresos y avances tecnológicos, en lugares desarrollados, en potencias mundiales, sigue reinando en el mundo. Sigue reinando, y es rey injusto.


El rey Hammurabi ya en el año 1760 a. C. anunció eCódigo de Hammurabi, y con éste, la Ley del Tailón referida no a penas equivalentes, sino idénticas. Y de ojo en ojo y boca en boca nos llegan noticias desde EEUU.

Es aquí donde los condenados son sometidos a una pena de muerte mediante un sistema de inyección letal pero es en un lugar universal donde los ideales y principios se rozan, obvian, y atropellan.

La Inviolabilidad de la existencia humana sin duda supone un cúmulo de palabras de un desorbitado significado y sentido. Qué suma de dinero, qué valor, qué ley está por encima de años de lucha, batallas científico-tecnológicas y figuras mártires. La existencia humana ES; y existe para que SEAMOS por lo que ir en contra de ésta supone la autodestrucción.

Y podremos cometer errores,no sabemos si hasta el punto de acabar con la vida de una persona,pero no sabemos ni sabremos tampoco la irreparabilidad de los efectos en caso de sanciones injustas.


Del mismo modo, no somos un mecanismo; incapaces de objetivizar lo subjetivo, el lastre humano de la parcialidad conlleva a una imposibilidad de aplicar una justicia graduada, dividida, o condicionada.


Así, llegados a este punto, debemos recordar que hablábamos de justicia y que ésta, con su esbelta y robusta imagen de balanza equilibrada ha conseguido distraernos y terminar por confundirnos. La báscula también puede verse equilibrada por un lado con plumas, y por otro, el mismo peso en cemento. Justicia no es igualdad.



Quizás el asunto de la pena de muerte suponga amplias reflexiones y debates. Sin embargo, puede resultar más fácil plantearse el hecho de que estas ejecuciones por delitos políticos no hayan seguido la misma curva.

Supongo que acaba de entraros el gusanillo...




Marta Rivera Castillo

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