martes, 6 de mayo de 2014

Jesús Rodríguez González.

Según un estudio publicado por la Royal Society británica, los chimpancés comparten sentimientos con humanos tanto conocidos como desconocidos y con miembros de su manada. Sin embargo, con chimpancés de otra comunidad o con los otros primates, no suelen hacerlo. De esa forma, los investigadores han querido comprobar si los chimpancés, una especie cercana a los humanos, tenían capacidad para compartir los sentimientos como el ser humano. Finalmente, tras realizar un experimento basado en la “empatía involuntaria” con el contagio de los bostezos,  los científicos han deducido que los chimpancés no necesitan conocer al emisor del estímulo para que se sientan identificados, pero sí que tiene que pertenecer a una especie con la que los chimpancés tengan una historia de “interacción social positiva”.

Con este tipo de experimentos, se está concluyendo las increíbles similitudes que tenemos con a los que llamamos nuestros “primos”, los chimpancés. Analizándolo, al fin y al cabo, no resultamos ser más que una especie animal más, una de tantas, que por suerte para nosotros, o quizás por desgracia para el planeta, ha evolucionado de una manera inimaginable, llegando a límites insospechados, que ni nosotros mismo podríamos creer hace tan solo unas décadas. Este fenómeno, el fenómeno de la evolución, resulta aún hoy en día, algo en parte incierto y que no podemos conocer del todo. Suposiciones y teorías lo abarcan, pero, ¿cómo hemos llegado de ser unos simples primates a crear una civilización tecnológica? Incluso nosotros nos sorprenderíamos, al ver como nos hemos logrado imponer al resto, y en definitiva, imponernos al planeta. 

Sin embargo, que un chimpancé pueda tener sentimientos "casi" humanos, nos hace poner los pies en la tierra y darnos cuenta de que no somos más que eso, una especie animal, no hemos traspasado límites divinos. Como ya he dicho, somos los primos inteligentes de estos primates. Y quien sabe, quizás estos chimpancés son el reflejo de lo que el ser humano era hace unos pocos miles de años. Quizás nosotros únicamente vayamos un tanto adelantados. Pero claro, su evolución para llegar al lugar en el que nos encontramos, como amo dominador de nuestra tierra nunca se hará realidad: o bien porque no tenga la capacidad de encontrar en este planeta un lugar donde puedan habitar y desarrollar su inteligencia, o bien porque simplemente a nosotros no nos convenga. ¿Unos chimpancés haciéndonos competencia? Imposible. Aún así hablar es suponer, y posiblemente nosotros nunca sabremos donde llegarán ellos, que les deparará su evolución.

Si bien es cierto que su evolución no puede ser en ninguno de los casos como la que el ser humano sufrió. Su planeta queda reducido a una miseria. Sí, hemos conseguido monopolizar el mundo. ¿El mundo animal? Mejor centrémonos en el mundo humano. Para eso somos nosotros los primeros, la raza superior, los elegidos por el destino para mandar no solo en el mundo, sino en el universo entero. ¿Para qué necesitamos selvas, bosques, o incluso árboles, si podemos construir un centro comercial y una zona residencial de ensueño? Cuando ya ni siquiera haya espacio para tanto humano, buscaremos otros límites, otros horizontes. Total, nada escapa de nuestras redes. ¿O sí?  

Pero todavía queda toda una eternidad de evolución, toda una eternidad donde se llegará a algún punto que todavía no entre en nuestra concepción del mundo. Mientras tanto, estos chimpancés, tan supuestamente similares a la “gran raza superior” seguirán en su camino hacia convertirse en algo más que un simple animal. Y es que la duda ahora es: ¿chimpancés casi humanos o todavía humanos casi monos? Tú opinas. 

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