Jesús Rodríguez González.
Según un estudio publicado por la Royal Society
británica, los chimpancés comparten
sentimientos con humanos tanto conocidos como desconocidos y con miembros de su
manada. Sin embargo, con chimpancés de otra comunidad o con los otros
primates, no suelen hacerlo. De esa forma, los investigadores han querido
comprobar si los chimpancés, una especie cercana a los humanos, tenían
capacidad para compartir los sentimientos como el ser humano. Finalmente, tras
realizar un experimento basado en la “empatía involuntaria” con el contagio de
los bostezos, los científicos han deducido que los chimpancés no
necesitan conocer al emisor del estímulo para que se sientan identificados,
pero sí que tiene que pertenecer a una especie con la que los chimpancés tengan
una historia de “interacción social positiva”.
Con este tipo de experimentos, se está concluyendo
las increíbles similitudes que tenemos con a los que llamamos nuestros
“primos”, los chimpancés. Analizándolo, al fin y al cabo, no resultamos ser más
que una especie animal más, una de tantas, que por suerte para nosotros, o
quizás por desgracia para el planeta, ha evolucionado de una manera
inimaginable, llegando a límites insospechados, que ni nosotros mismo podríamos
creer hace tan solo unas décadas. Este fenómeno, el fenómeno de la evolución,
resulta aún hoy en día, algo en parte incierto y que no podemos conocer del todo.
Suposiciones y teorías lo abarcan, pero, ¿cómo hemos llegado de ser unos
simples primates a crear una civilización tecnológica? Incluso nosotros nos sorprenderíamos, al ver como nos hemos logrado imponer al resto, y en definitiva, imponernos al planeta.
Sin embargo, que un chimpancé pueda tener
sentimientos "casi" humanos, nos hace poner los pies en la tierra y darnos cuenta de
que no somos más que eso, una especie animal, no hemos traspasado límites
divinos. Como ya he dicho, somos los primos inteligentes de estos primates. Y
quien sabe, quizás estos chimpancés son el reflejo de lo que el ser humano era
hace unos pocos miles de años. Quizás nosotros únicamente vayamos un tanto
adelantados. Pero claro, su evolución para llegar al lugar en el que nos
encontramos, como amo dominador de nuestra tierra nunca se hará realidad: o
bien porque no tenga la capacidad de encontrar en este planeta un lugar donde
puedan habitar y desarrollar su inteligencia, o bien porque simplemente a
nosotros no nos convenga. ¿Unos chimpancés haciéndonos competencia? Imposible.
Aún así hablar es suponer, y posiblemente nosotros nunca sabremos donde llegarán
ellos, que les deparará su evolución.
Si bien es cierto que su evolución no puede ser en
ninguno de los casos como la que el ser humano sufrió. Su planeta queda
reducido a una miseria. Sí, hemos conseguido monopolizar el mundo. ¿El mundo
animal? Mejor centrémonos en el mundo humano. Para eso somos nosotros los
primeros, la raza superior, los elegidos por el destino para mandar no solo en
el mundo, sino en el universo entero. ¿Para qué necesitamos selvas, bosques, o
incluso árboles, si podemos construir un centro comercial y una zona
residencial de ensueño? Cuando ya ni siquiera haya espacio para tanto humano,
buscaremos otros límites, otros horizontes. Total, nada escapa de nuestras
redes. ¿O sí?
Pero todavía queda toda una eternidad de evolución,
toda una eternidad donde se llegará a algún punto que todavía no entre en
nuestra concepción del mundo. Mientras tanto, estos chimpancés, tan
supuestamente similares a la “gran raza superior” seguirán en su camino hacia
convertirse en algo más que un simple animal. Y es que la duda ahora es:
¿chimpancés casi humanos o todavía humanos casi monos? Tú opinas.
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