Según recoge el periódico digital El País, el pasado 5 de mayo de 2014 tuvo lugar el cierre de nueve canales de televisión digital terrestre pertenecientes a Atresmedia, Mediaset, Vocento y Unidad Editorial. La sentencia, al parecer, estaba prevista desde 2012 por el Tribunal Supremo, anulando una decisión ilegal del Gobierno de Zapatero en la que permitió nuevas frecuencias, y se ha cumplido porque el Gobierno de Rajoy no ha hecho nada para reconducir la situación que, según expertos, podía haberse negociado con éxito. Sea como sea, el resultado es que los españoles hemos visto reducirse de 24 a 15 los canales de televisión. Como ha repetido la asociación que agrupa a las televisiones comerciales españolas (Uteca), esos nueve canales tenían una audiencia conjunta del 7%, con lo que esa parte de la población se ha quedado sin su opción preferida para disfrutar de la televisión. El cierre de estos canales es una decisión sin argumentos necesarios a mi parecer.
El apagón supone un importante quebranto económico para las operadoras, no hay duda. Pierden dinero porque no llevan a cabo nuevas inversiones, porque dejan de disponer de una ventana desde la que conseguir publicidad o porque ya no obtendrán ingresos por el alquiler de la frecuencia a un tercero. Son recursos con los que contaban las cadenas de televisión y que han desaparecido para siempre. Y razones suficientes para que las emisoras pidieran indemnizaciones al Estado.
Pero el cierre de estos nueve canales me lleva a pensar más ciertamente en la audiencia castigada sin su programa favorito. Al fin y al cabo, estos canales no han sido censurados por mal utilización de los medios de comunicación ni por suponer una amenaza para la enseñanza ni incumplir normas, simplemente se han retirado por una actuación ilegal de un gobierno. Con esto quiero llegar a decir, que quizás los que antes veían Xplora, un canal que seguía una dinámica cultural y en el que aprendías, van a tener que poner, o más bien aguantar, cierta telebasura como a la que ya nos tiene más que acostumbrado Telecinco, con su Sálvame Deluxe o, anteriormente, Aquí hay tomate. Canales que solo se preocupan en grabar como una analfabeta le dice a su hija que se coma el pollo. Es por ello por lo que cuestiono la decisión del Tribunal Supremo.
Su sentencia me ha llevado a una cosa clara: calidad antes que cantidad. Para mi esta frase es universal, funciona con todo y todo el mundo debería aplicarla. Es cierto que tenemos gran diversidad de canales y que se podría hacer una buena limpia de estos. Sin embargo, por ceñirnos a las leyes dictaminadas hace no sé cuanto y no ser objetivos y racionales, hemos pecado en reducir la cantidad equivocada, consiguiendo una calidad desastrosa.
Pablo Rodríguez Toledano
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