Después del ¡rómpete un huevo en la cabeza, que se te aclara el pelo! o de rociarnos la cara con pasta de dientes para eliminar un granito rebelde, ha llegado a España una nueva moda impuesta por países de habla inglesa: la placenta, para comer.
De hecho, existe desde hace dos años una empresa inglesa dedicada a la comercialización de cápsulas y smoothies elaborados a base de la capa uterina, aunque ahora una sentencia les ha obligado a dejar de venderlos, debido a los riesgos que pueden ocasionar en la salud de la madre.
En los últimos meses, debido a la iniciativa de esta empresa inglesa, esta "controvertida" moda se ha extendido por Reino Unido y los EEUU: la creencia de que las mujeres que acaban de dar a luz se recuperarán más rápidamente del parto si ingieren placenta. A mí, lo primero que me entró por el cuerpo fueron nauseas. Me cuesta visualizar una mujer comiendo de ese plato... Pero, al fin y al cabo, ellas lo hacen con una buena razón: porque se dice por ahí.
Esta idea ha llegado tan lejos que, en Oregón, ha entrado en vigor una ley que permite a las mujeres llevarse su propia placenta después de dar a luz, y desde hace cuatro años opera en Reino Unido la empresa Independent Placenta Encapsulation Network (IPEN), que elabora pastillas y batidos a base de la capa uterina. Estos productos aseguran que el consumo de placenta supone una notable mejora para el estado de la madre, en el sentido en el que puede aumentar el suministro de leche y reducir el impacto de la depresión post-parto, entre otras cosas. Sin embargo, debido a un informe de la BBC, los riegos para la salud de esta práctica han obligado a la empresa a finalizar su venta, ya que se asegura que la placenta puede contener la bacteria Staphylococcus aureus, presente en la vagina del 10% de las mujeres, y ese control es ajeno a la empresa comercializadora.
Con cuestiones de este tipo son con las que me doy cuenta del grandísimo peso con el que influye la sociedad en nuestras vidas diarias. Somos muy susceptibles a las opiniones y pensamientos de otras personas, y eso nos hace vulnerables. Ya que, debido al informe de la BBC, una de cada diez mujeres podría haberse visto afectada por el consumo de placenta; y tristemente no nos hubiésemos dado cuenta del riesgo al que estamos expuestas, hasta no haber tenido conciencia de algún suceso negativo relacionado con esta moda. Me recuerda, en parte, a unas pulseritas de goma que toda niña de entre diez y quince años llevaba en su mano, hará unos tres o cuatro años. La Agencia Catalana de Consumo (ACC) de la Generalitat retiró un lote de unas 13.400 pulseras, debido a que determinó una alerta de toxicidad por las pulseras de goma o silicona debido al material del que estaba hecho. Sin embargo, pese a ese informe, se seguían viendo a mil y una niñas por las calles con sus múltiples pulseras de colores fosforitos. Con esto llego a que da igual de lo que se hable, que si lo habla mucha gente, se convierte en una moda que debemos seguir para no estar fuera de "onda". Y, según mi opinión, actualmente hay demasiadas creencias falsas que meramente creemos porque así lo dicen los rumores. Pero realmente, lo único que comportan son falacias; y pienso que no hay peor mentira, que la que creemos porque todo el mundo lo cree.
Sara Velasco Aguilar 2ºA
¡A comer placenta!
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