Quizás si hubiese titulado la entrada de forma más violenta, interesante, o simplemente no tan "a modo de tópico" mucho más público habría conseguido. Pero lo cierto es que aunque el título no lo diga os he de decir que de lo que esta noticia habla es de un mundo desnutriendo a un mundo desnutrido; os habla de cifras que alimentan y que dejan de alimentar, de cifras que superan los alimentos, de cifras que se creen más importantes; de progreso inútil, ¡os engañan! progresamos hacia un futuro mejor, donde haya disponibilidad de alimentos "que la hay" pero sin embargo no somos capaces de erradicar el hambre con una buena distribución y acceso a éstos.
Una cena de Navidad que tan de moda están ya, una cena como miles, cien miles y millones, en la que cual perro del hortelano, ni has comido ni has dejado comer. Toneladas de alimentos que nos sobran, y lo que a unos les sobra, ya se sabe, a otros les falta.
Nada me extraña que este tema nos parezca un tópico, pues somos tanto el problema que ya es algo cotidiano, o es que acaso, y con más peligro ¿somos parte del problema y ni nos damos cuenta? Los quéhaceres de las personas que no tienen tiempo para rebañar el plato...
Yo, al igual que el asesor especial de la FAO, opino que todo es posible, estos 842 millones de personas tienen el mismo derecho a comer que cualquier otra persona. Sí, soy positiva. Y por ello no voy a que darme en que "lo único positivo de esta cifra es que el total de hambrientos ha disminuido en 26 millones desde 2010". Yo, un poco más amiga de Miguel de Unamuno este año, así como fan de la intención regeneradora de Machado pienso en lo realmente admirable, en la vida anónima de esas personas que ya sea en ONGs, de voluntariado o, simplemente personas contribuyendo en campañas de recogida de alimentos, piensan que erradicar el hambre en el mundo es cosa de todos, y aportan su granito de azúcar para endulzar otras vidas con esa solidaridad que tanto adolece de falta hoy en el mundo de los quéhaceres de las personas que no tienen tiempo para rebañar el plato...
Marta Rivera Castillo
Yo, me muestro en total acuerdo con mi compañera y me parece un tema de bastante actualidad en estas épocas, en el periodo navideño en el que al parecer todos nos volvemos un poco más generosos. Quizás por ese afán de sentirnos auto-realizados, de pensar que nuestra ayuda va a servir de mucho. Obviamente peor es nada. Pero aún así, se dice con la boca pequeña. Se trata más de dar buena imagen, una impresión de solidaridad, más que de plantearse la situación actual y tratar de erradicar las diferencias sociales que existen en este mundo. Pero, ¿cuál es realmente el problema?
ResponderEliminarPersonalmente, yo creo que el problema es que se trata de un tema de moda en estas fechas, que se comenta por decir algo, pero que no se analiza. No se vive. Nadie es capaz de ponerse en la piel de esos niños africanos que ni siquiera tienen para comer, y que tienen que ir con una ametralladora en las manos por las calles. Ese es el problema. Se ve como algo muy lejano. “Báh, si a mí eso no me va a afectar”, pensarán muchos. Y lo peor es que tienen razón. Y aquí está el verdadero concepto de solidaridad. Saber que, aunque estén muy lejos, podrías ser tú, que padecen igual que cualquier ser humano. Pero aquí se presenta el gran dilema: ¿y qué podemos hacer nosotros? ¿Colaborar con una ONG? Al fin y al cabo, esto, aunque ayude, tampoco soluciona nada.
Y ahí está el verdadero problema del hambre en el mundo, del subdesarrollo que sufren algunos países. Básicamente se trata de que gracias a esto hay unos pocos que se enriquecen, unos pocos que los utilizan en su situación para que trabajen de sol a sol por una miseria, que casi ni les dé para comer. Ellos, los dirigentes de las grandes multinacionales adineradas, aquel los que no necesitan acordarse en sus grandes mansiones de que al otro lado del planeta un niño se muere por no tener nada que llevarse a la boca, ellos son el problema.