Pablo Rodríguez 12 - 2 -2014
Esta tradición sirvió hace siglos para alimentar a los isleños, pues su carne y grasa eran una buena fuente de proteína animal. También eran reciclables el aceite de ballena, el esqueleto y sus despojos, el primero era un producto de exportación que servía para la cocina e iluminación, mientras que los otros dos para la alimentación animal y crear fertilizantes. Posteriormente dejaron de utilizarlo como autoconsumo y empezaron a exportarlo principalmente a EE.UU y Europa, consiguiendo con esto un elevado nivel de vida.
Como habréis observado, he hablado en todo el párrafo anterior en pasado pues actualmente esta tradición, si antes tenía poco sentido, ahora lo ha perdido por completo. Las autoridades sanitarias de la isla advierten que, debido a la contaminación del mar, no se debe consumir carne de estos animales. Aún así, esta horrorosa matanza se sigue realizando por simple diversión y para no contradecir la tradición.
Muchas organizaciones defensoras de los animales están luchando para detener esta anual masacre, sin embargo, el gobierno de Dinamarca, apoyado por los isleños, ignora completamente las quejas. Esto da que pensar sobre la capacidad de evolución de los humanos, es bochornoso como las personas, por el simple hecho de ser un hábito, no somos capaces de quitarnos la venda que llevamos y ver como hay tradiciones que con los años no solo pierden su utilidad, sino que además van en contra de la moralidad, algo que, se supone, nos diferencia de los demás seres vivos. A pesar de la lucha de estas organizaciones, considero que este problema no se soluciona con una prohibición legal, sino con un cambio de mentalidad; pues aquel padre que afirma, como se dice en la noticia, que hasta que su hijo no mate a alguno de estos animales no se convierte en un adulto, será el mismo que cuando se prohíba esta horrorosa matanza ser reirá si su hijo le mete una patada a un perro. Y por tanto, aunque se clausure, no habremos avanzado nada.
Esta noticia refleja perfectamente la naturaleza egoísta del ser humano. Me parece escandaloso como unas personas adultas, son capaces de provocar semejante sufrimiento a estos con animales con el simple objetivo de "festejar" una tradición. Tal como dice la noticia, los isleños utilizaban esta matanza para alimentarse de la carne de las ballenas y delfines, cosa que entiendo, ya que debido a su localización, no existían las mejores condiciones de ganado. Pero esta causa en la actualidad ya no vale, vivas en el lugar que vivas y gracias a los avances, en cualquier sitio puedes abastecerte de carne de ganado. En mi opinión, una tradición al perder el sentido originario que tenía en el pasado, deja de ser tradición y se convierte en festejo, cuyo único fin es la diversión PACÍFICA de los componentes de este.
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