Hace poco leí en la prensa la noticia sobre una niña que
murió por la negación de una ambulancia por el Gobierno vasco. Salta a la vista
que, en la época en la que vivimos, se produzcan muertes por cuestiones meramente
burocráticas. Es cierto que la situación territorial del pueblo –Treviño- , cerca
de la frontera entre el País Vasco y Castilla y León fue la causa principal de
la indecisión entre las comunidades y entre los propios padres, que ante la
negativa al pedir una ambulancia optaron por llevar a su hija a las urgencias de
Vitoria.
Esto me remite a un reportaje, también reciente, sobre los
recortes de competencias a los municipios. Estas competencias, entre las que se
incluyen servicios de urgencias médicas, serían trasmitidas a la comunidad,
dotando a ésta de la disposición de algunos poderes sobre todos los pueblos,
anteriormente gestionados por los municipios. Como consecuencia, muchos pueblos
llegarían a quedarse sin médicos de cabecera, sin bomberos, etc. Si, en el caso que comentamos
inicialmente, hubiera un médico rural en el pueblo, quizá no se habría
producido el fallecimiento de la niña.
Por eso, creo que algunas medidas que se están adoptando en
cuestión de jerarquización de las competencias rurales pueden afectar muy
negativamente a los habitantes de pueblos pequeños y alejados, en los que además predomina la población de tercera edad.
Riu Rodríguez Sakamoto
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