jueves, 8 de mayo de 2014

La revista The Economist dedicó en marzo de 2013 un número especial a África que llevaba entonces un título improbable: Un continente con esperanza. Hasta hace bien poco, cualquier referencia optimista a una región asociada desde hace medio siglo con el hambre, la guerra y la corrupción hubiese sido una frivolidad propia de las ONG. Pero hoy las cosas parecen haber cambiado. África ha vuelto al mapa de la actualidad internacional y esta vez no es (solo) para mostrar desgracias. 

Los indicadores macroeconómicos estiman que 20 naciones africanas copan la lista de los 25 países que más han crecido entre 2008 y 2013. El dinamismo económico alcanza por igual a naciones pequeñas y grandes (con excepción de Sudáfrica) y se extiende tanto a economías que dependen de la extracción de recursos energéticos como a aquellas que están forjando su futuro gracias a los servicios y la agricultura. A pesar de este dinamismo, 32 de los 47 países de la región tardarán al menos una generación en doblar su capacidad adquisitiva.


 Resulta muy extraño, pero a la vez gratificante, saber que un país como África, la segunda región más desigual del planeta, solo por detrás de América Latina, ha dado señales de avance económico. Quizás, ese avance sea tan pequeño que la mayoría de sus habitantes no lo aprecien, pero ese resultado es mucho más que unos simples datos, significan el posible comienzo de la recuperación de un país, que como he dicho antes, se encuentra inmerso en una profunda crisis. 

Así se muestra en la imagen la crueldad que conlleva la crisis que mencionaba, una imagen estremecedora que refleja unos hechos tan reales como la extrema delgadez del bebé que en ella aparece. Ante la situación de encontrarnos con imágenes tan espeluznantes como éstas, y muchas otras peores, solemos reaccionar evitando su observación, como si quisieramos huir de lo que significa meramente esa realidad que sufren millones de africanos. Parece que nos duele demasiado a la vista, pero sólo cuando esas imágenes se nos cruzan en nuestro camino tomamos conciencia y recordamos que no solo nosotros existimos en el mundo, y que hay muchas personas que carecen la mayoría de los recursos de los cuales nosotros disfrutamos. ¿Por qué somos tan egoístas?¿Quizás el capitalismo sea el causante de todos estos problemas?.Y si así es, siento que nuestro comportamiento y forma de pensar se deben a la sociedad en la que se vive, donde primero se establece la economía y en base a ésta surgen las ideologías, tal y como propuso el filósofo Marx. Con ejemplos como éste se refleja la idea de que el capitalismo es la base que mueve al mundo.


África ha recibido ayuda económica durante muchos años por parte las ONG con las cuales han colaborado el resto de países del mundo. Esta constante ayuda sigue resultando imprescindible, no por el hecho de saber que el país ha encontrado los primeros brotes de luz ante la oscuridad en la que se veía sumergida debemos bajar la guardia, ya que aún el progreso es mínimo y hay todavía regiones que continúan igual de afectadas. Es muy importante la cooperación y la conciencia de estos hechos.  Uno de cada tres pobres del mundo sigue siendo africano y los niveles de desnutrición han alcanzado el récord absoluto de 223 millones de seres humanos, lo que deja en papel mojado cualquiera de los objetivos internacionales.


Ana Macías Delgado

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