viernes, 9 de mayo de 2014


 La Guardia Civil española y los Carabinieri italianos acaban de desmantelar una red de fraude alimentario en una operación internacional (entre Italia y España), denominada Pulpo V, en la que se han confiscado 30 toneladas de pescado y 1.600 kilos de Whitech-2 después de seis meses de seguimiento en ambos países. Parecía pescado fresco, y de hecho se vendía como tal, pero en realidad había sido congelado, descongelado y sometido después a un tratamiento estético donde se le aplicaba un producto químico prohibido en la UE llamado Whitech-2, compuesto por ácido cítrico, ácido fosforito y peróxido de hidrógeno, para darle brillo y poder venderlo luego a los supermercados como recién capturado.


A pesar de todos los controles alimentarios que existen siempre hay personas que logran saltárselos con el propósito de obtener la máxima ganancia posible. Como no, siempre intentando exprimir hasta que no pueda dar más de sí el beneficio, sobre todo cuando se trata de dinero. Según el filósofo Hobbes en el estado natural, es decir, el estado en el que se encontraba el ser humano antes de la organización de la vida social, cada ser humano buscaba su propia conservación en primer lugar, lo que daba origen a la competición y a la desconfianza entre los seres humanos. Ahora que vivimos en esa sociedad, parece que sigamos buscando ese interés únicamente personal, sin pensar en sus consecuencias ni los daños que podemos causar al resto. Cada día, las tecnologías, comunicaciones, la ciencia en general, en derechos, en valores "hemos avanzado un peldaño más", pero, ¿Nos estamos olvidando de avanzar nosotros también como "sociedad"? porque al parecer nos remontamos a los pensamientos de ese filósofo que se ajustan perfectamente a la situación que expongo en mi noticia.


 Engaño, capitalismo, manipulación son tres palabras que pueden resumir perfectamente la primera opinión y sentimiento que se forma en mi mente al leer noticias como estas. Si tan poco le importamos a los que venden productos que no pasan por controles que son imprescindibles para determinarlos óptimos para la salud humana, si atentan cotra la misma salud del resto solo por salir individualmente beneficiados, ¿Que más cabe esperar del ser humano?¿Viviremos para siempre en un engaño contínuo?. En realidad resulta decepcionante que sean esas tres palabras las que resuman la opinión de una adolescente de tan solo 18 años de edad, que cada día que pasa se da cuenta de que el idealismo y la inocencia solo se encuentra en la infancia y que la sociedad perfecta es una utopía.


 El hombre, como bien lo dijo Aristóteles, es un ser social por naturaleza, es decir, necesita vivir en sociedad para así poder satisfacer sus necesidades. No nos olvidemos que la sociedad la conformamos cada uno de los individuos que en ella viven, por eso, nunca es tarde para arreglar los errores que se cometen y que la sociedad del futuro dependerá de los individuos del presente, es decir, de nuestra generación.

Ana Macías Delgado

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