jueves, 22 de mayo de 2014

Hoy se ha declarado un golpe de Estado en Tailandia, en medio de una crisis gubernamental que dura ya seis meses. Esta crisis tiene sus raíces en el conflicto entre el rey y el ex primer ministro de Tailandia Thaksim Shinawatra, un empresario de telecomunicaciones muy popular entre las clases bajas del país. Fue destituido en 2006 por corrupción y en 2008 huyó del país para evitar la cárcel, pero sigue controlando la política nacional a través de su hermana Yingluck Shinawatra, también apartada del puesto de primer ministro por abuso de poder.

Lo que realmente me preocupa de este asunto no es este golpe de Estado en sí mismo – que aquí en España puede parecer muy sorprendente – sino el hecho de que este sea el 18º golpe que se ha dado desde que terminó la monarquía absoluta en 1932. Cada vez que hay una crisis política, el Ejército siente la necesidad de ser el protagonista que resuelva el conflicto. Y me pregunto, ¿por qué? ¿Es por ser Tailandia una democracia demasiado joven? ¿Quizá porque no hay políticos lo suficientemente competentes y honrados? ¿Es la culpa del pueblo, que protesta demasiado? ¿Es consecuencia de una desmesurada división de las clases sociales?
En fin, son infinitas las causas que se les puede atribuir a estos golpes de Estado, pero queda claro que la comunidad internacional también se ha alarmado: Australia, Japón y otros países cercanos muestran su inquietud – probablemente por las empresas que invierten en el país – y el Pentágono muestra su deseo de ‘revisar su colaboración’ con las Fuerzas Armadas tailandesas.


Riu Rodríguez Sakamoto

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