Los
expertos afirman que la hipertensión es muy probable que se convierta en una
enfermedad mucho más letal que el VIH en apenas 20 años. Además explican que
aunque no se trate de una enfermedad infecciosa, las conductas de riesgo
asociadas a ella están creciendo y extendiéndose en gran medida.
Este
dato, bastante significativo, debe hacernos reflexionar hacia dónde se está
conduciendo la sociedad y el mundo. Esta sociedad basada en el estrés, en no
tener tiempo para nosotros mismo y para disfrutar, en vivir para trabajar, nos
está llevando incluso a la muerte. Muchos echan la culpa al capitalismo, a este
sistema implantado que prácticamente se basa en que unos pocos consigan dinero
y más dinero. En trabajar y más trabajar. En, sencillamente, no tener vida.
Lo
peor de todo esto, es que las previsiones para dentro de unos años son aún peores.
Superará, incluso, al tan temido antiguamente, aunque un tanto olvidado y menos
respetado en los últimos años, VIH. Y, reflexionando, llegamos a pensar si
realmente merece la pena. Si de verdad, el tener que llevar miles de
responsabilidades, unidas a falta de sueño, y a un nivel de exigencia y trabajo
tan elevado merece la pena. Si esta sociedad que hemos creado, en la que solo
disfrutan aquellos que se dedican a explotar a los demás y a crear que este
nivel de hipertensión aumente, de verdad va en el camino correcto.
Pero
este problema no es únicamente cuestión de adultos. Tiene su inicio mucho antes,
desde el mismo colegio infantil. La competitividad que se crea, y la vida que
tienen que soportar niños de no más de 5 o 6 años, teniendo que pasarse horas y
horas en actividades extraescolares y demás, simplemente por la incapacidad de
sus padres de hacerse cargo de ellos, hace que esto niños crezcan ya con el estrés
y la tensión incorporadas en sus vidas. En todas las etapas de la vida, el
instituto, la universidad, la vida laboral, todo está planteado de tal manera
que llega a atentar contra la propia salud. Estamos inmersos en una burbuja,
una burbuja de la que no podemos salir; una burbuja que nos va matando poco a
poco, silenciosa, y que cuando nos demos cuenta será ya demasiado tarde.
Hemos
llegado a tal punto en el que nacemos para estudiar, estudiamos para trabajar,
y trabajamos para morir, cuando al fin y al cabo estuvimos muertos desde un
principio.
Jesús Rodríguez González.
Tras haber leído la noticia creo que Jesús ha llevado las cosas al extremo: ¿...Al fin y al cabo estuvimos muertos desde un principio? ¡Demasiado radical!.
ResponderEliminarAunque comparto la idea de que tanto trabajo (y el estrés que este supone) nos ha adentrado en un circulo vicioso donde nuestra vida, planes y momentos de ocio son algo secundario que ocupan las horas sobrantes de nuestra vida laboral ¿Que haríamos sin trabajo?; mas bien... ¿Que haríamos sin dinero?, es decir, Jesús propone, en cierto modo, que la vida es más que estudiar para trabajar y trabajar para vivir; pero sin trabajo no hay dinero y sin dinero, por mucho que nos duela, no hay vida. Es muy bonito ese pensamiento de que la vida no es algo material y que hay que disfrutar, etc. pero ya dejando a un lado el tema económico, una vida sin trabajo ni responsabilidades la percibo como algo infinito; Qué bien recivimos al viernes (y las cervecitas que pagamos trabajando) tras una semana de "estrés" ¿verdad?, y como se disfrutan los meses de verano tras 10 de rutina. Yo me pregunto: ¿Que sería de nosotros si la vida fuera un verano infinito?, un eterno viernes.
Volviendo al tema de la hipertensión y el VIH creo que es verdad que son dos enfermedades infravaloradas ya que pueden ser controladas hasta la muerte pero el hecho de que se controlen implica que el enfermo precise de medicamentos para vivir y esto le hace dependiente.
En mi opinión si que es cierto que una vida de estrés y trabajo no es vida... pero una vida sin estrés ni trabajo tampoco es vida. Hay que saber buscar el punto intermedio que nos permita disfrutar el día a día sin pasarlos pensando en el viernes y las cervecitas que lo acompañan.