Jesús Rodríguez González.
Unos científicos, al investigar los restos de un mamut que
vivió hace 43.000 años en el norte de Rusia, se han percatado de que se
conserva sangre líquida y secuencia de su ADN, de forma que por primera vez en
la historia pueden clonar a este prehistórico mamífero. Sin embargo, esta
clonación no sería exacta, sino un híbrido entre un elefante y un mamut.
Es lógico cuestionarse: ¿hasta qué punto ha llegado la
ciencia? ¿Hemos pasado a ser Dios, el sumo “Creador”? Pues nos hemos propuesto,
parece ser, jugar a ser Dios y manejar la naturaleza a nuestro propio antojo. ¡Un
mamut! Sí, esos animales preh
istóricos que en tantos libros aparecen, y que se
han convertido en un mito para la humanidad. Quién nos diría que en pleno siglo
XXI pueda volver a “renacer”. Y con esto, ahora, parece que todo está al
alcance de nuestra mano, que tanto hemos avanzado que ya nada queda fuera de la
capacidad humana: ¡somos Dios!
¿Quién se puede imaginar ir a un zoológico y ver a un mamut?
Parece de cuento de niños, de fantasía, y, quizás, en pocos años sea una
realidad. Pero nos situamos en un punto donde, gracias a los avances en la
genética no solo se pueden clonar animales, sino incluso elegir hijos “a la
carta”. Y es que con esto perdemos la esencia de la vida, queremos controlar
tanto que hemos perdido el norte. No podemos creernos un “Dios Todopoderoso”,
mientras, además, nuestro mundo se va al
garete. Podremos elegir a nuestros hijos como nos parezca: rubio, ojos azules…
sin preocuparnos por el mundo que le vamos a dejar. Pero, claro, la clonación
de un mamut suena fascinante, mientras que hablar de contaminación y del
deshielo es un muermo.
Y yo opino, ¿para qué clonar un mamut si no va a tener mundo
en el que vivir? Si sus antepasados levantaran cabeza, se asombraría de lo que
le estamos haciendo a nuestro planeta. Vale que gracias a la ciencia hayamos
avanzado hasta límites insospechados, repito, ¡un mamut!, pero nos dejamos
atrás problemas que nosotros mismos hemos permitido por avanzar científicamente.
Nosotros mismos lo estamos viviendo, sin ir más lejos, por ejemplo, las
altísimas temperaturas que nos acechan. Pero bueno, mejor sigamos hablando del
mamut, que se hace más interesante.
Este mamut, aunque no
del todo como aquellos que vivieron en la prehistoria y que luchaban de sol a
sol contra aquellos humanos con piedras y lanzas, posiblemente marcará un antes
y un después en el mundo animal. ¿Por qué no pensar que de aquí a unos pocos de
años habremos podido “revivir” incluso a dinosaurios? El problema es si tendremos
espacio para tantos. Pero bueno, no hemos de preocuparnos por eso, a esas
alturas ya habremos conseguido conquistar otros planetas, total, nosotros todo
lo podemos.
Así que a partir de ahora no lo llamen ser humano, llámenlo “Dios”.
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