viernes, 21 de marzo de 2014

La mayoría asumimos que de niños somos más felices porque tenemos una existencia despreocupada, después pasamos a la confusión de la adolescencia y recuperamos la felicidad cuando nos entendemos, sin embargo después de la crisis de la media edad, nuestro bienestar decae, pero mejora conforme envejecemos.

No obstante, a partir de ahí, el sentido de la felicidad va mejorando conforme se envejece.



La felicidad durante nuestra vida puede compararse como el recorrido de una montaña rusa: en el inicio de nuestra vida, siendo niños, nos sentimos las personas más felices del mundo, siempre con una sonrisa de oreja a oreja, sin preocupaciones ni estrés, disfrutando de cada segundo de nuestra vida como si fuera un juego constante.
 Sin embargo, cuando llegamos a la adolescencia, los problemas empiezan a inundarnos; problemas relacionados con los estudios, la familia, los amigos o incluso quizás, por qué no, el amor.
Una vez adultos, los problemas amplian fronteras y se expanden a temas de todo tipo: encontrar un trabajo estable, afianzarnos en una relación, independizarnos, formar una familia, intentar tener una economía estable, etc.

Todos son preocupaciones hasta que ya llegamos a una edad en la que dejamos de trabajar y vuelve al transcurso de nuestra vida la felicidad. De nuevo sin preocupaciones, la ilusión vuelve a nosotros, a disfrutar con los amigos de toda la vida, de la familia. Se acaba la lucha diaria de trabajar y nos centramos más en nosotros mismo y en nuestros seres queridos. Concretamente con la jubilación, terminamos la cuesta abajo de la montaña rusa y volvemos a ascender en busca de la tan ansiada felicidad.

Por desgracia, esta viene de la mano con las problemas de salud y enfermedades típicas de la edad. A pesar de esto, seguimos siendo felices pues: "Lo que más parece pesar a esa altura es la sensación de logro en la vida".

Ahora te toca reflexionar a ti. ¿Crees que este estudio dice la verdad? ¿Cuál es para ti el curso de nuestra vida en la que somos más felices? No caigas en la continua preocupación, simplemente, se feliz.



                                                                                                       Alejandro Quintero Franco

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