La investigación del avión de Malaysia Airlines, desaparecido con 239 personas a bordo el pasado 8 de marzo, sigue aún con su búsqueda. Esta aeronave, el Boing 777, partió la madrugada del sábado de Kuala Lumpur hacia Pekín, destino que nunca encontró. La verdadera razón de su evanescencia no es clara, cada país, cada gobierno, cada periódico tiene una teoría acerca de la desaparición.
El Gobierno de Australia ha enviado una fuerza conjunta de aeronaves y buques hacia la zona sur del Índico en la que las imágenes vía satélite han desvelado la presencia de dos objetos "posiblementes relacionados" con el avión. Por otro lado, según informa la agencia tailandesa AP, la "Royal Thai Air Force" (Real Fuerza Aérea de Tailandia), minutos después de que el avión cortase la comunicación, sus radares detectaron un objeto extraño en dirección opuesta a la ruta del vuelo MH370. Por el contrario, en EE.UU consideran este desastre un atentado terrorista ya que se ha reconocido que dos de los pasajeros viajaban con pasaportes robados, sin embargo, el Departamento de Defensa de Estados Unidos no percibe, en principio, que el avión pudiera haber sido objeto de un atentado: "De momento, no hemos registrado este incidente como un acto de terrorismo".
Muchas son las posibles soluciones para este acertijo de escala mundial, muchas son las entidades e instituciones que están dando, a la ligera, una causa a esta desaparición, y muchas son las familias que están sufriendo ante este vacío. Las declaraciones nombradas anteriormente están siendo pellizcos en el corazón de cada familiar que mantiene la esperanza. Yo me pongo en la piel del familiar y visualizo su reacción tras cada nueva noticia: "¿¿Atentado terrorista?? Al menos estarán vivos y querrán pedir un rescate..." (Hoy, 21 de Marzo, se descarta esa posibilidad); "¿¿Objeto extraño en rumbo contrario??Bueno, no tiene porque haberse estrellado..."; "¿¿Dos posibles objetos relacionados con la desaparición?? El avión debe estar destrozado...". Dichas aportaciones de los gobiernos, aunque están ayudando en la medida de lo posible a resolver el misterio, están haciendo más doloroso y frustrante la ya de por sí espera de los parientes de ese avión que llega con retraso. Un avión en el que no viajan 239 personas sino que viaja una familia con su hija de 3 años deseando ver a sus abuelos, una joven promesa número uno en su promoción de Selectividad (de China) del cual su familia está orgullosísima, una pareja con fecha de boda para el año siguiente... Es decir, no han desaparecido 239 vidas humanas, han desaparecido 239 historias humanas.
Pablo Rodríguez Toledano
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