Jesús Rodríguez González.
Google avanza en su proyecto para crear un automóvil que se conduzca solo y recientemente ha desvelado que durante en este último año varios prototipos han circulado por zonas urbanas, algo que, según la compañía, resulta mucho más difícil que hacerlo por carreteras y autopistas. Pero aún así, su director afirma que todavía queda mucha distancia por recorrer, nunca mejor dicho, para que este vehículo sea del todo operable y pueda globalizarse.
Aún así, desde el punto de vista práctico, resulta un avance inconmensurable. Es decir,la disposición de tiempo, para aquellos que necesitan recorrer kilómetros y kilómetros a diario, será mucho mayor. Dispondrán de una cantidad de horas con las que no contaban para hacer cualquier otra cosa necesaria. Ese estrés de no tener tiempo para nada se verá reducido. En conclusión, una vida más cómoda, ¿no? Además, en el ámbito de la seguridad también puede suponer una revolución. Basta con preguntarnos: ¿un aparato estornuda?, ¿a un aparato le puede el sueño o el alcohol? Pues obviamente no. Estas situaciones humanas y que provocan un gran número de accidentes se suprimirían. Pero en contraposición está lo contrario, el factor humano, la reacción inmediata y razonada hacia determinada circunstancia. ¿Una máquina va a reaccionar?
Y aquí entra de nuevo el tan famoso dilema: ¿nos superarán nuestras propias creaciones? Llegamos a un punto en el que incluso podemos plantearnos para qué servimos. Total, las máquinas harán nuestro trabajo por nosotros. Lo único que tendremos que hacer es crear las propias máquinas que nos faciliten la vida. Pero, ¿y si estas acaban fabricándose a sí mismas? Al fin y al cabo lo que se necesita es una idea, una cabeza iluminada y a la que le llegue la chispa de la inspiración, esa que un simple aparato nunca tendrá.
Y a mí, y partiendo desde mi humilde opinión, este me parece un debate absurdo, incongruente. Quiero decir, es el hombre el creador de la máquina. La máquina queda subordinada a él, a esa capacidad que lo hace distinto, a esa lucidez de pensamiento. Y partiendo desde esta base, podremos afrontar un futuro ilusionante, con una vida cómoda, fácil, y por qué no, más feliz. No queramos quedarnos rezagados, por un pensamiento débil. Actitud visionaria y futurista es la que se requiere hoy en día, y con ello tendremos la clave para llegar más allá. Y, además, ¿no es esto lo que siempre hemos querido? Que lo hagan todo por nosotros, y "hala" a vivir la vida.
Y así llegamos a esta revolución de "Google". Un coche sin conductor. ¿Quién lo iba a imaginar hace tan solo 50 años? Pues nada, solo nos queda escuchar: "siéntese, abróchese el cinturón, cierre los ojos y disfrute del viaje". ¿Será este un viaje al futuro?
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