jueves, 20 de marzo de 2014

Luis Baena Barriga 


Hoy, buscando en Internet, una noticia me ha llamado mucho la atención. En ella se trata la arquitectura, tema que me influye directamente ya que quiero estudiar un grado en este campo, y se explica su situación y la de los arquitectos.




Según un estudio, en España las cifras de arquitectos ha subido desde los 3.600 que había en 1970 a los 60.000 que hay ahora. Esto se debe a que el número de escuelas técnicas también ha sufrido un gran aumento, pasando de 3 en todo el país a las 31 actuales, y graduando a más de 2.000 personas al año. 
La arquitectura antiguamente era una carrera como podían ser la medicina o derecho, de las que cuando encontraras un trabajo, este estaba generosamente remunerado y además la gente te admiraba por ello. Aparte de tener el respeto de la sociedad, estos arquitectos eran muy influyentes e importantes y, como pasaba con los médicos o abogados, sus apellidos pasaban de generación en generación, heredando sus hijos el oficio y toda la fama de sus padres.
Nada que ver tiene la situación actual de los arquitectos. Los predecesores del oficio son muchísimo más numerosos, con lo que la sociedad ha sido testigo de una desbocada llegada de jóvenes emprendedores que, recién salidos de las escuelas técnicas tratan de ganarse la vida como pueden, ya sea abriendo sus propios pequeños estudios o asociándose a uno mayor y más poderoso. 
En conclusión, actualmente ser arquitecto no es para nada un futuro muy atractivo que se diga, teniendo que subsistir con un sueldo inferior a los 1.000 euros, ya que solo el 24% tiene un sueldo superior, y tras haber estado estudiando una carrera de mucha dificultad y muy sacrificada.
Para gente como yo, que queremos dedicar nuestra vida a plasmar nuestros sueños en forma de edificaciones y que después estos sueños pasen a ser reales en la forma de casas en las que vivan familias, hospitales donde los enfermos sean curados o escuelas donde los niños aprendan, para nosotros, jóvenes que queremos ser futuros arquitectos, no nos queda otra opción que emigrar de España o, la segunda opción la cual dudo que ocurra, que cambien totalmente los cimientos de la arquitectura.


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